LA INTEGRACIÓN SENSORIAL ES EL PROCESO NEUROLÓGICO QUE INTEGRA Y ORGANIZA TODAS LAS SENSACIONES QUE EXPERIMENTAMOS DE NUESTRO PROPIO CUERPO Y DEL EXTERIOR. NOS PERMITE GENERAR UNA RESPUESTA ADAPTADA A LAS DEMANDAS DEL ENTORNO.
Para algunos niños, la integración sensorial se da de forma natural en el transcurso de su infancia, pero para otros el cerebro no tiene la habilidad de interpretar de forma funcional los estímulos, integrarlos a nivel neurológico y alcanzar niveles adecuados de desarrollo, razón por la cual, se observan dificultades a nivel de desarrollo, conducta y aprendizaje.
Las disfunciones en la integración sensorial (TINS) tienden a pasar inadvertidas para aquellas personas no entrenadas en su detección. En la mayor parte de los casos, los propios padres son capaces de describir de manera detallada el problema de sus hijos para procesar la información sensorial de forma correcta.
La disfunción del procesamiento sensorial está reconocida hoy como entidad diagnóstica en el sistema de clasificación diagnóstica Zero to Three (2005) y en el Interdisciplinary council on developmental and early disorders (2005). Su inclusión en el sistema de clasificación diagnóstica DSM-V se encuentra actualmente en proceso de revisión.
¿A QUIÉN VA DIRIGIDA LA INTERVENCIÓN?
No todos los niños con problemas de aprendizaje, desarrollo o de comportamiento tienen una disfunción de integración sensorial, sin embargo, hay algunos signos:
– Hipersensibilidad al tacto, movimiento, luces o sonidos: Esta hipersensibilidad puede ser manifestada en comportamientos tales como irritabilidad o retirada cuando se le toca, evitar ciertas texturas de ropas o de comidas, distracción o reacciones de miedo al movimiento en actividades ordinarias, como las actividades típicas de los juegos de recreo.
– Hipo reactividad a la estimulación sensorial: En contraste con los niños hipersensibles, un niño hipo reactivo puede buscar experiencias sensoriales intensas, por ejemplo dar vueltas sobre sí mismo o chocar adrede con los objetos. Algunos niños fluctúan entre los dos extremos hiper o hipo reactivos.
– Nivel de actividad inusualmente alto o bajo: El niño pude estar en movimiento constantemente o, puede ser lento en activarse y fatigarse fácilmente. De nuevo, algunos niños pueden fluctuar de un extremo a otro.
– Problemas de coordinación: Los problemas de coordinación se pueden ver en actividades motoras gruesas o finas. Algunos niños pueden tener un equilibrio pobre, mientras que otros tienen gran dificultad en aprender a realizar nuevas tareas que requieren coordinación motora.
– Retraso en el habla, lenguaje, habilidades motoras o rendimientos académicos: Estos signos pueden ser evidentes, en preescolar se pueden observar como signos de una integración sensorial deficitaria. En la edad escolar, puede haber problemas en algunas áreas académicas a pesar de una inteligencia dentro de la normalidad.
– Pobre organización del comportamiento: Los niños pueden ser impulsivos o de fácil distracción y mostrar falta de planeamiento al abordar las tareas. Algunos niños tienen dificultad al ajustarse a una nueva situación. Otros pueden reaccionar frustrándose, siendo agresivos, huyendo o rechazando cuando son conscientes del fracaso.
– Pobre autoestima: En este caso el niño puede parecer perezoso, aburrido o desmotivado. Algunos niños pronto encuentran maneras de evitar esas tareas que son duras y embarazosas. Cuando esto ocurre se suele considerar al niño como problemático o testarudo. Cuando un problema es difícil o incomprensible, padres e hijos pueden sentirse, ambos, culpables. La tensión familiar, el pobre concepto de sí mismo y, en general, el sentimiento de frustración aparece normalmente, un niño con desorden del procesamiento sensorial presentará más de uno de estos signos.
¿EN QUÉ CONSISTE EL TRATAMIENTO?
El tratamiento debe hacerlo una terapeuta ocupacional entrenada en integración sensorial. En la terapia, el niño será guiado a través de actividades que cambian sus habilidades para responder apropiadamente a la entrada sensorial y llevar a cabo una respuesta organizada y exitosa.
La terapia incluye actividades diseñadas para las necesidades de desarrollo específicas de cada niño, proporcionando estimulación vestibular (del equilibrio, dirección, velocidad y los movimientos corporales), propioceptiva (de los receptores que perciben la posición de los músculos, la presión, la temperatura, etc.) y táctil (conocimiento de su propio cuerpo, exploración de su entorno, relaciones sociales). En las actividades se irán incrementando las demandas al niño para conseguir unas respuestas cada vez más maduras y organizadas. Dichas demandas a través de las actividades tienen como fin conseguir una meta.
QUÉ SE OBTIENE CON ESTA TERAPIA?
Cuando la terapia de integración sensorial es exitosa, el niño es capaz de procesar información sensorial compleja de una manera más eficiente que antes. Esto puede tener importantes beneficios, como mejora en la coordinación motora, ajuste emocional, mejores destrezas de interacción social, o mayor autoestima, desarrollo del lenguaje, mientras otros mejorarán en las tareas escolares, ya que su sistema nervioso comienza a funcionar de forma más eficiente